El
día 16 de agosto del año 1972, el pesquero con base en el Puerto de
Santa María “MARUJA SOLEDAD”, se encontraba trabajando al sur de Kenitra
casi por tierra, cuando, a pesar del ruido del motor Volum de dos
cilindros de nuestro barco, se escuchó un fuerte estruendo proveniente
de tierra en dirección Kenitra hacía Rabat-Salé.
Algunos nos encontrábamos en la cubierta del barco, pero fuimos solamente
dos los que nos fijamos en un avión que volaba hacía el sur a baja
altura dejando a su paso una estela de humo apena perceptible debido a
la calima reinante en aquellas horas del día.
Nada más supimos de este evento hasta mucho más tarde, pero que ya no lo mezclé con aquel suceso del avión de Kenitra.
Ahora que se va a cumplir 41 años de aquel acontecimiento, me viene a
la memoria qué fue aquel estruendo tan fuerte que, a pesar de nuestro
motor, pudimos escuchar desde la mar.
Un año antes de aquellos,
había ocurrido un atentado contra el rey de Marruecos Hasan II en su
palacio de verano de Sjirat, cerca de Rabat donde murieron una cantidad
de personas que estaban allí invitado por su rey festejando el
cumpleaños de Hasan II, no ocurriéndole nada al monarca ni a su brazo
derecho, el general Mohammed Ufqir.
Este intento golpista puso al
rey en alerta llegando a desconfiar hasta de su propio ejército, el cual
podía convertirse en su enemigo y no en su sostén como el había creído.
Esto conllevó la desaparición de muchos militares de los que el rey
desconfiaba e incluso destituyó al propio general Mohammed Ufqir que
desde aquel momento cayó en desgracia a pesar de darle el cargo de
Ministro de Defensa.
El 16 de agosto de 1972, cuando el rey Hasan II
regresaba de Francia en un Boeing 727, después de atravesar la
península y adentrarse en África, al llegar a la altura de Tetuán, ya en
territorio marroquí, se le suma a la cola seis aviones caza del
ejército de su país y cuando el piloto del Boeing trata de
identificarse, los seis cazas empiezan a dispararles dejando
inutilizados dos de los tres reactores y partes vitales del aparato que
parecía inminentemente que podía estrellarse.
En esta situación, el
piloto tiene la idea de comunicarse con los cazas y por radio, el
mecánico les dice que el rey está muy grave y que el piloto ha muerto,
rogando a los cazas que dejen de disparar y le den una oportunidad de
salvarse.
Los cazas dan marcha atrás y desaparecen en el espacio
aéreo y el Boeing logra llegar a Rabat-Salé con el rey sano y salvo,
según los marroquíes por la providencia divina que amparaba a su rey.
Tras la apertura política con el reinado del hijo de Hasan II, Mohammed
VI, surge una versión muy distinta a la anterior, parece ser que los
cazas atacaron el avión varias veces y le provocaron considerables daños
pero debido a una serie de factores como eran que las ametralladoras no
iban cargada con municiones real, sino de maniobra y, otros fueron la
impericia de los pilotos de los cazas, el avión no llegó a estrellarse.
El avión de Hasan II simuló aterrizar en el aeropuerto de Kenitra y fue
cuando los aparatos se retiraron, algunos dicen que, pensando que al
ser su base allí, posiblemente los exterminaría en tierra.
Pero el
Boeing 727 de Hasan II, sobrevoló la pista y continuó hacía Rabat-Salé,
donde los esperaban personal de su confianza que lo sacaron del avión y
trasladado a un automóvil, y lo llevaron a su residencia real en la
playa de Sjirat, mientras que el séquito real continuaba hacia Rabat
pero ya sin pasajeros.
Toda las sospechas de este golpe de estado
recayeron en el general Ufqir, aquel general que se libró de la muerte
junto al rey cuando el año anterior fue atacado el palacio real y
murieron muchas personas y que el rey apartó del ministerio de Interior,
aunque le dio el ministerio de Defensa que era el que ostentaba en el
momento de este atentado.
La venganza del rey Hasan II fue
implacable, unas horas después del atentado, el general Ufqir muere. La
versión oficial dice que se suicidó en la antecámara del despacho del
rey, pero su familia, que había visto el cuerpo del difunto, dice que
estaba totalmente acribillado a balazos.
Poco después, toda la
familia del general Ufqir, fueron desapareciendo al ser internadas en el
centro de detención clandestino de Tazmamart, uno de tantos de los que
proliferaban en el país, de donde fueron liberadas 18 años después.
Todos los cabecillas de la rebelión fueron condenados a muerte, hasta
los soldados que trabajaban en la base de Kenitra que, aquel día habían
preparados los cazas, los habían repostados y les habían hechos las
tareas rudimentarias, fueron encarcelados y condenados a penas de cárcel
allí mismo en la prisión de Kenitra.
Fue tal la represión del rey
Hasan II con estos militares y con la familia del general Ufqir, que no
se supo nada de ellos hasta 18 años después, conociéndose este periodo
hasta los años 90 como “Años de plomo”.
A este golpe de Estado se le llamó “OPERACIÓN BURAQ”
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