domingo, 7 de julio de 2013

ENCARNACIÓN SALLAGO

En el estío del verano,
en la cenitud de tus pasos,
entre claveles blanco,
y varitas de nardos,
un pueblo entero te venera
Encarnación Sallago.

Mientras en tu mirada
va desgranando un fandango,
tus paisanos te aclaman
y te van abriendo paso.

Encarnación Sallago,
pequeñita y morena,
como la esencia en tarros,
mística es tu mirada
como cuentas de un Rosario,
pequeñito es tu andar
como el trino de tus fandangos.

Encarnación Sallago.
Te he fotografiado
teniendo al fondo tres cuadros,
la Parroquia de la O,
una bodega sanluqueña,
y una puesta de Sol.
La primera te escuchó
cantar las mejores saetas.

La segunda, te oyó tus cantes
por bulerías, mirabrá,
caracoles y Fandango.
Y la tercera, se llevaba
esos cantes por poniente
para que en otros lugares
de la tierra te oyeran
cantar otras gentes
que no te conocieran
ni nunca te escucharon.

Como dice el fandango,
“No se canta mejor
por ser grande ni alto, sino
por tener sentimiento, duende y reaño”,
 y eso, te sobraba,
Encarnación Sallago.